El personaje de hoy es Carlos Fernando Borja Jurado, “Don Carlitos” como lo conocen en TAME, quien se jubiló el 31 de marzo del 2017 después de haber laborado cerca de 20 años en la aerolínea de Ecuador.
Caracterizado por su determinación y una suerte de ADN que siempre lo relacionó con los fierros y con todo aquello que pueda volar, incursionó en el mundo de la mecánica y el mantenimiento de los aviones en la empresa Ecuatoriana de Aviación hace más de 34 años. La compañía, recuerda “Don Carlitos”, realizó un concurso para formar técnicos calificados de aviación; “participamos 1.200 aspirantes y entregaron 60 becas; fuimos los primeros técnicos civiles trabajando en esa parte ya que antes ese oficio era solo para los militares”.
En la época en la que ingresó trabajaba en los aviones tipo Douglas DC-6, usados para pasajeros y carga. Sin embargo y con el tiempo pudo disfrutar de la aventura profesional en todos los aviones de Ecuatoriana de Aviación y los de TAME, empresa a la que ingresó en el 2001.
Esa oportunidad selló su relación con los aviones. Su pasión por la mecánica hizo que no le importara trabajar en turnos rotativos con horarios de 24 horas, los 7 días a la semana, inspeccionando las aeronaves y prestando servicios técnicos tanto en el hangar como en línea de vuelo.
Las capacitaciones constantes, los exámenes, las enseñanzas y la práctica son los ejes de esta profesión en la que no puede perderse de vista un solo tornillo.
El experto cuenta que los técnicos de mantenimiento se encargan de hacer todos los chequeos del avión y de la seguridad mecánica del vuelo. “Sin la aprobación del técnico, o sin la presencia de uno de nosotros en la cabina el avión no puede despegar”.
Como su pasión por la aviación y por todo objeto que pueda volar la trae desde pequeño, siempre le dedicó mucho tiempo a la lectura de cuanto manual relacionado a la aviación encontraba, además de armar y desarmar todo tipo de motores.
Gracias a TAME, explica Carlos, pudo vivir todo tipo de aventuras. Estuvo en Toulouse, Francia para capacitarse en el mantenimiento de los aviones ATR, una aeronave bimotor turbohélice. “Me quedé en la ciudad 25 días aprendiendo las funciones del avión ya que TAME cuenta con 3 de este tipo en Ecuador”.

La vida de proyectos concretados continuó hasta llegar a trabajar en el lado administrativo. Desde hace dos años laboraba en la Jefatura de Mantenimiento. Su trinchera estuvo compartida entre el hangar del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre y los aviones.
En su memoria hay muchas anécdotas y recuerdos de los viajes, los aviones, del aprendizaje, la gente y los problemas resueltos. Su mayor satisfacción está en que su trabajo bien hecho le dio frutos; tras su jubilación le resta una vida en tierra que también se presenta interesante.